Picky Juliano
Ahí voy con un tema que me merodea adentro desde hace tiempo y no me pregunten porqué, de alguna manera, estaba esquivando atrapar en un pic. Finalmente, una reunión a distancia que tuve esta semana (esas geniales multifrontera, al mejor estilo pandemia) me empuja a encararlo hoy.
Ante todo, una aclaración: voy a hablarles a las mujeres, pero vos, hombre que me lees, estás invitado a seguir porque sos parte fundamental de todo esto.
Prosigo… Probablemente, a muchas de ustedes les pasó como a mi, que no se lo preguntaron así, con tanta objetividad. Fue algo que se dio más naturalmente, al ir tomando decisiones en la vida y ya. Me refiero al planteo sobre qué modelo de mujer quiero ser. O mejor, ¿qué modelo voy a abrazar para entregarme con pasión (no hay otra forma, ¡somos mujeres!) a él?⠀
Venimos con un modelo dado que es el que “mamamos”, el de nuestra mamá o figura de reemplazo. Ese se nos metió por los poros. Cada una tiene que haber hecho un trabajo personalísimo para limpiar ese modelo, tomar lo que creemos “bueno”, dejar “lo malo”, pulir lo limitante, asumir lo que vemos que impulsa, no replicar “errores”, en fin… cada una sabrá.⠀
El punto es que construimos nuestro modelo sobre la base de algún otro modelo que nos preexistía y al que rara vez desechábamos del todo. Tomamos de él algo y “lo mejoramos”, lo adaptamos a las nuevas posibilidades que nos presenta la sociedad y ahí vamos por la vida, dejando nuestra marca. El feminismo, en este punto, nos abrió innumerables canales para que pudiéramos fluir. A muchas corrientes de él le debemos inmensos avances.⠀
Ahora bien. Resulta que hoy nos encontramos frente a la realidad de un feminismo más extremo que busca “dinamitar” esos modelos preexistentes, “deconstruirlos”, por considerarlos limitantes de raíz para la mujer, y nos presenta otros modelos con los que muchas no nos sentimos identificadas, nos hacen ruido por donde los miremos y nos generan incongruencias internas.
Estos nuevos modelos presentan a la mujer siempre en lucha con el hombre. Para ella es imposible ganar más espacio en la sociedad si no es sacándole espacio al hombre. No hay forma de que triunfe si él está opacándola. “Si vos, hombre, sos fuerte, yo voy a ser más”, parece que dijeran, “si sos autónomo, yo voy a ser más”, “si sos insaciable, voy a ser más”, “si sos superfluo, frío…”. En fin, una carrera loca por ir conquistando espacio… y perdiendo identidad. Porque lo que termina definiendo a la mujer allí es lo que conquista en esas luchas y no lo que palpita dentro de sí.
Ahí creo que está la raíz de las incongruencias, los ruidos, que sentimos quienes tenemos otra experiencia, en el día a día, con los hombres. Sabemos que somos muy diferentes (y vaya que cuesta gestionar estas diferencias en lo cotidiano), pero eso es justamente lo que enriquece, como nada, lo que generamos juntos. Sabemos (y lo vivimos) que nos complementamos de una manera que, muchas veces, maravilla. Hacemos trabajo en equipo, donde los roles mutan y se intercambian con el devenir de las circunstancias, pero no cambia la visión personal única que aporta cada uno al todo. El ser masculino y el ser femenino, cuando no luchan y se sincronizan, hacen magia.⠀
¿Por qué tener miedo de admitir que nos necesitamos mutuamente? ¿Por qué nos hacen creer que está mal, que es de débiles, de flojos, de poco autónomos? Si lo que generamos juntos nos excede tanto y es tan inmenso que es imposible pensarlo solos. Si es, justamente, en ese necesitarnos sanamente donde reside la fortaleza de lo que construimos.
Y ya que menciono lo que construimos juntos, voy a detenerme un minuto en este aspecto crucial de los modelos preexistentes de mujer: el ser madre y el ser pilar de hogar. Porque esto es el otro punto que, creo yo, nos hace ruido y genera incongruencias internas. Los modelos de mujer “deconstruidos” ponen al ser sexual y erótico de la mujer por encima de todo y ante todo, pero despojándolo del ser madre y del concepto de familia que, para ellos, limita. Así, con ese dejo de contradicción.⠀
Quienes experimentamos el ser madres y respiramos hogar sabemos que nuestro ser sexual/erótico es importantísimo, crucial y orgásmico (si me permiten el fuera de estilo), pero se enmarca en un contexto que le da más sentido aun. Lo plenifica. Está por encima.⠀
En fin… Es imposible “encasillar” los múltiples matices de modelos de mujer que hay y que podemos crear entre un extremo y otro. Cada una diseñará su combo y lo hará evolucionar. Pero sí voy a identificar dos para cerrar: las que están más conectadas con su intuición, con lo que las hace vibrar adentro, y las que se conectan más con ideas e imágenes que flotan por doquier y que las hacen titubear en su misión.⠀
Se los dejo picando…⠀
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Es un tema que da para muuuucho más pero voy a dejar de lado mi ser mujer y me voy a callar! ⠀
¡Las/los (quedó alguno por ahí?! ) escucho a ustedes!
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